domingo, 5 de diciembre de 2021

El sistema alimentario mundial: un derroche de energía

 SOBERANIAALIMENTARIA.INFO

Del sol al petróleo

Según la FAO, alrededor del 30 % de toda la energía utilizada en el mundo se dedica a sostener el sistema alimentario mundial y casi la totalidad de esa energía procede de los combustibles fósiles. Quienes pensábamos que la agricultura consiste simplemente en convertir la energía del sol en alimentos nos preguntaremos: ¿cómo es posible?


Es posible porque en los últimos 50 años, en muchas partes del mundo el sistema alimentario se ha industrializado, impulsado por las gigantescas corporaciones alimentarias y agroquímicas. Para explotar al máximo la tierra y forzar los ciclos naturales, el petróleo es fundamental. Si nos ponemos a pensar sin profundizar demasiado, vemos que con maquinaria movida por petróleo —y construida a base de petróleo— se deforestan las selvas para establecer monocultivos y trabajar posteriormente esa tierra. Muchos agrotóxicos y fertilizantes inorgánicos son derivados del petróleo y los mismos alimentos envasados con petróleo transformado en plástico se exportan por tierra, mar y aire, en medios de transporte que dependen absolutamente de combustibles derivados del petróleo. Parece que lo hemos normalizado, pero sin él no hubiera sido posible la revolución verde ni la globalización del sistema alimentario.

Aun así, en el caso del campesinado que produce para el consumo doméstico o para la venta en los mercados locales, la agricultura en gran medida sigue dependiendo solo de la energía sostenible e infinita del sol y, desde luego, de la energía procedente de su trabajo.

La poducción y uso de fertilizantes y pesticidas consume el 40% de la energia usada en la agricultura

¿Se puede comer sin petróleo?

Uno de los datos más llamativos es que el 70 % de la energía utilizada en el sistema alimentario mundial se consume después de que los alimentos hayan salido de la finca.

Esto puede entenderse mejor si se observa el país en el que quizá ese proceso de transformación ha evolucionado de forma más extrema: Estados Unidos. El gráfico 1 muestra cómo se distribuye el uso de energía del sistema alimentario estadounidense entre sus diferentes fases. La propia agricultura es responsable de algo más de una quinta parte de la energía utilizada, un 21 %. La mayor parte proviene de la energía necesaria para producir fertilizantes químicos y pesticidas (40 % del uso de energía en la finca) y del uso del diésel que necesita la maquinaria agrícola (25 % del uso de energía en la finca).
Cuando el alimento se ha cosechado es cuando se consume el 79 % restante de la energía. El transporte es un importante devorador de energía, con el 14 % del pastel, fundamentalmente petróleo. Este dato no sorprende, ya que, por ejemplo, el 90 % de todas las verduras frescas que se consumen en Estados Unidos proceden del estado de California. ¿Podrían distribuirse mediante camiones eléctricos y así rebajar el uso de combustibles fósiles? Quizá en este caso sí, al tratarse de una distribución interna del país; pero sería anecdótico, ya que la alimentación globalizada es en realidad un ir y venir de importaciones y exportaciones de alimentos en contenedores, por barco o avión, que requieren enormes cantidades de petróleo.

Es importante destacar la tremenda cantidad de energía utilizada en el proceso industrial de elaboración y envasado de alimentos, el 23 %. Aquí es donde las grandes corporaciones alimentarias como Nestlé, Unilever y Pepsi obtienen la mayor parte de sus beneficios, vendiéndonos paquetes de alimentos altamente procesados que no solo requieren enormes cantidades de energía para su producción o de plásticos derivados del petróleo para su envasado, sino que también dan lugar a montones de residuos difíciles de reciclar. En España, el 11 % en peso de los alimentos son envases de usar y tirar. La comida y las bebidas generan el 80-90 % de residuos de envases, solo el 26 % de ellos se recicla. ¿Pueden sustituirse estos materiales y procesos por otros? ¿Podemos prescindir de todo esto?

La situación en Europa y España no es muy diferente. Un estudio del Centro Común de Investigación, de la Comisión Europea, (más conocido como JRC, por sus siglas en inglés) calculó que el sistema alimentario de la Unión Europea supuso el 26 % de todo el consumo energético de la Unión en 2013. La Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, situó esta cifra para España en el 30 %. Al igual que en Estados Unidos, gran parte proviene del transporte, el procesamiento y la producción de fertilizantes y productos agroquímicos. Que Murcia y Andalucía produzcan la mayor parte de las hortalizas para el resto de Europa en invierno lo dice todo. Otro ejemplo que muestra que cada año España importa 80 000 toneladas de patatas del Reino Unido a la vez que exporta 26 000 toneladas al mismo país en el mismo año quizá lo explica aún mejor (...)


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