Yubal Abraham 5/12/2023
Los ataques aéreos permisivos contra objetivos no militares y el uso de un sistema de inteligencia artificial han permitido al ejército israelí llevar a cabo su guerra más mortífera en Gaza, revela una investigación de +972 y Local Call
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Las ruinas de la mezquita Al-Amin Muhammad, que fue destruida en un ataque aéreo israelí el 20 de octubre. / Mohammed Zaanoun/Activestills
La investigación llevada a cabo por +972 y Local Call está basada en conversaciones con siete miembros y exmiembros de los servicios de inteligencia israelíes –entre ellos, empleados de la Fuerza Aérea e inteligencia militar que formaron parte de las operaciones israelíes en la Franja asediada–, además de testimonios palestinos, datos y documentación de la Franja de Gaza y comunicados oficiales del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y de otros organismos estatales israelíes.
Comparada con los anteriores ataques israelíes en Gaza, la guerra actual –que Israel ha denominado “Operación Espadas de Hierro” y que comenzó tras el ataque dirigido por Hamás al sur de Israel el 7 de octubre– ha visto al ejército ampliar de manera significativa el bombardeo de objetivos cuya naturaleza no es claramente militar. Entre ellos figuran residencias particulares, así como edificios públicos, infraestructura urbana y bloques de pisos, que las fuentes afirman que el ejército denomina “objetivos de poder” (matarot otzem).
El bombardeo de objetivos de poder, según fuentes de inteligencia que experimentaron de primera mano su aplicación en Gaza en el pasado, está orientado principalmente a provocar daño a la sociedad civil palestina: “Generar una conmoción” que, entre otras cosas, tenga una fuerte repercusión y “lleve a los civiles a presionar a Hamás”, en palabras de una de nuestras fuentes.
Varias fuentes, que hablaron con +972 y Local Call con la condición de respetar su anonimato, confirmaron que el ejército israelí tiene ficheros de la inmensa mayoría de objetivos potenciales en Gaza –incluyendo viviendas– que estipulan el número de civiles que es probable que mueran en un ataque a un objetivo en particular. El número se calcula y lo conocen con antelación las unidades de inteligencia del ejército, que también conocen con seguridad poco antes de llevar a cabo un ataque cuántos civiles más o menos van a morir.
En un caso que comentaban las fuentes, un mando del ejército israelí aprobó a sabiendas el asesinato de cientos de civiles palestinos para intentar acabar con un único alto comandante militar de Hamás. “Las cifras aumentaron desde docenas de muertes [permitidas] de civiles como daño colateral en el marco de un ataque a un oficial superior en operaciones anteriores, hasta cientos de muertes de civiles como daño colateral”, afirmó una fuente.
“Nada ocurre por accidente”, señala otra fuente. “Cuando una niña de tres años muere en una casa en Gaza, es porque alguien en el ejército ha decidido que no pasaba nada por matarla, que era un precio que merecía la pena pagar para alcanzar [otro] objetivo. Nosotros no somos Hamás. No disparamos cohetes sin apuntar. Todo es intencionado. Sabemos exactamente cuánto daño colateral hay en cada casa”.
Según la investigación, otro motivo para el gran número de objetivos y el vasto daño a la vida de los civiles en Gaza es el uso generalizado de un sistema llamado Habsora (“el Evangelio”), que está desarrollado en gran medida con inteligencia artificial y puede “generar” objetivos casi automáticamente a un ritmo que excede con creces lo que antes era posible. Este sistema de IA, explica un exoficial de inteligencia, básicamente facilita una “fábrica de asesinatos en masa” (...)
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