8 de diciembre de 2023
“La rana en el pozo no conoce el gran mar”. El lema del Congreso de Derechos humanos, Migraciones y Cooperación internacional en que acabo de participar en Calabria aludía al deseo de sus organizadores italianos de abrirse a visiones de ponentes del norte y sur de la cuenta Mediterránea, europeos y africanos. Pero a mí me ha dado ocasión de tomar perspectiva saliendo del estrecho brocal de las cuitas hispanas (amnistía, CGPJ, pelea encarnizada por matices en la izquierda).
De modo que, si hace dos meses que escribí y vengo pensando que hay cuatro jinetes del apocalipsis desbocados (la escalada bélica, la destrucción medioambiental, la demonización de la migración y el auge fascista), tras escuchar las reflexiones de abogados y juristas, médicos, trabajadores sociales y mediadores culturales, investigadores, periodistas y agricultores, alcaldes y concejales, de pueblos y ciudades como Bolonia, autóctonos y migrantes, mujeres y hombres, jóvenes y veteranos, italianas, tunecinos, mozambiqueñas, egipcios, eritreos, nigerianas, afganas… vuelvo con los ojos abiertos de par en par sobre la importancia de las elecciones europeas de junio 2024 y sobre la gran expectativa depositada en el gobierno de coalición progresista de España y en los partidos que lo sustentan.
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