Enric Bonet 7 DIC 2023
Tras el asesinato del adolescente Thomas, de 15 años, en un pueblo en el sur del país, han proliferado las protestas de los sectores más radicales de la extrema derecha.
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La violencia de la ultraderecha crece y se banaliza en ...
Uno de los peores legados de la humanidad, pavoneándose enfrente del edificio donde reposan las grandes personalidades de la República francesa. Unos 200 militantes de ultraderecha se concentraron el pasado viernes enfrente del Panteón en París. Saludos nazis, proclamas de “franceses, despertad, estáis en vuestra casa”, insultos contra periodistas, la policía y los migrantes… Vertieron su bilis xenófoba con el pretexto de que pedían “Justicia para Thomas”. La trágica muerte de ese adolescente, de 15 años, —le arrebataron la vida el 16 de noviembre apuñalándole en una pelea al final de una fiesta en el pueblo de Crépol— ha propiciado que en las últimas semanas proliferen las protestas de los sectores más radicales de la extrema derecha.
Como resulta habitual en Francia, la ultraderecha aprovechó ese suceso para difundir su ideología xenófoba y convertirlo en un ejemplo de un fantasmeado racismo contra los blancos, algo que ha descartado la investigación policial. La más inquietante de estas protestas ocurrió el 25 de noviembre en el barrio de la Monnaie en Romains-sur-Isère, una pequeña localidad de unos 30.000 habitantes en el sudeste de Francia. Centenares de militantes ultras, procedentes de distintos puntos del territorio galo, se reunieron armados con bates de béisbol, fuegos de artificio o botes de gasolina en ese distrito multicultural, de donde procedían varios de los jóvenes que participaron en la pelea en que murió Thomas.
La intervención de las fuerzas de seguridad evitó que esa protesta desembocara en una batalla campal. A pesar de ello, cuatro jóvenes de la Monnaie resultaron agredidos por los manifestantes y uno de los ultras recibió una paliza por parte de los habitantes del barrio. Esa manifestación en Romains-sur-Isère no fue un caso aislado. París, Lyon, Niza… Es larga la lista de ciudades en que la extrema derecha organizó concentraciones en los últimos días. Estas manifestaciones han generado preocupación en los medios franceses —aunque algunos hacen la vista gorda—, tras un año marcado por la violencia ultra.
“Cada vez más aceptada por la sociedad”
“Esta violencia de la extrema derecha aumenta y está cada vez más aceptada por la sociedad”, explica el sociólogo Emmanuel Casajus, autor del libro Style et violence dans l’extrême-droite radicale. Este experto sobre estos grupúsculos menciona como uno de los episodios más graves el acoso ultra que sufrió el alcalde de Saint-Brevin, Yannick Morez. Después de haber aceptado la presencia en su localidad (en el noroeste de Francia) de un centro de acogida de refugiados, a ese edil le quemaron en mayo dos de sus vehículos. Su domicilio sufrió un incendio tras haber sido atacado con cócteles molotov. Al final, dimitió tras recibir un apoyo más bien tibio por parte del Ejecutivo de Emmanuel Macron.
“Hay una nueva generación de jóvenes militantes quienes consideran que sus predecesores —por ejemplo, el grupo de agitprop Generación Identitaria (GI)— eran demasiado blandengues y apuestan claramente por la acción violenta”, sostiene Casajus. Esta dinámica ya tuvo consecuencias trágicas en marzo del año pasado con el asesinato de Federico Martín Aramburu. A ese ex jugador de rugby argentino le arrebataron la vida en una pelea con simpatizantes ultras en un bar en el Barrio Latino de París.
Desde 2017, hasta 13 proyectos de atentados por parte de grupúsculos de ultraderecha han sido desmantelados en Francia. Aunque estas cifras resultan inferiores a las del yihadismo —41 atentados evitados —, el país vecino concentra buena parte de las detenciones en Europa de los militantes de los sectores más radicales de la extrema derecha: 16 en 2022 (el 35% en todo el Viejo Continente) y 29 en 2021 (el 45%).
“Los servicios de inteligencia están preocupados por posibles acciones terroristas por parte de la ultraderecha”, explica el politólogo Jean-Yves Camus. “Lo más preocupante es la acumulación de armas. Cuando hay detenciones, la policía requisa cantidades importantes de armamento y munición”, alerta el director del Observatorio de radicalidades políticas de la Fundación Jean-Jaurès, afín al Partido Socialista.
(...) “Hay grupos en todas las regiones”, reconoce Camus. Uno de los laboratorios de estos grupúsculos es Lyon, una ciudad históricamente de centroizquierda pero que cuenta con todo un espectro de las distintas familias de la extrema derecha. El 11 de noviembre, en el centro histórico de esa ciudad, unos 50 ultras atacaron con barras de hierro y fuegos de artificio una conferencia sobre Palestina y obligaron a los participantes en ese acto a encerrarse en modo barricada a la espera de que llegara la policía.
Acoso en las calles, en redes y por teléfono
“Hay una presencia en la calle de la extrema derecha mucho más importante que hace 20 años. En Lyon las agresiones resultan habituales y aquí los militantes de izquierdas tienen miedo de dispersarse solos cuando se encuentran para participar en manifestaciones o reuniones públicas”, explica Usul, un famoso youtuber de izquierdas que reside en la tercera localidad del país. Este creador de contenido sufre en sus propias carnes el acoso ultra: “Lo peor es cuando me siguen por la calle, no puedo tener una vida normal”. Miembros de Acción Francesa (monárquicos y reaccionarios) lo atacaron con harina después de que hiciera un video crítico sobre Napoleón. A ello se le suma el acoso en las redes sociales o los intentos de pirateo.
“Yo mismo he sido objeto de dos intentos de asesinato. Uno de sus impulsores fue condenado a 9 años de prisión y otro a 18 años. Uno de nuestros amigos vio cómo incendiaban su domicilio, diez de nosotros viven bajo las amenazas de muerte y tres de ellos fueron agredidos en la calle”, advertía el pasado sábado Jean-Luc Mélenchon en una entrevista en la emisora de radio France Inter. “También hay el acoso telefónico, que hizo que uno de nosotros tuviera que cambiar tres veces de número”, añadía el líder de la Francia Insumisa (afines a Sumar y Podemos), que representa una de las principales dianas de los ultras.
(...) La equidistancia del Gobierno de Macron
“Nuestros dirigentes han preferido mirar a otro lado. Sus prioridades evidencian su indiferencia ante el peligro”, lamentaba la semana pasada en un editorial el periodista de izquierdas Edwy Plenel (...)
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