Silvia Cosio 19/12/2023
El golpe de Estado encabezado por el coronel Mobutu, y apoyado por Bélgica y EEUU, puso fin al sueño de un Congo libre y democrático
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El asesinato de Patrice Lumumba
30 de junio de 1960. En Kinshasha se celebra el acto formal por el que se certifica la independencia de la República Democrática del Congo, entre los testigos se encuentra el rey de Bélgica, Balduino, que toma la palabra y, ante la incredulidad de los presentes no duda en loar, en su discurso oficial, la figura de su antepasado, el rey Leopoldo II.
Sin embargo algo extraordinario ocurre cuando Balduino termina de hablar: Patrice Lumumba, el joven primer ministro toma la palabra saltándose el protocolo para recordar al monarca y al pueblo belga que los congoleños no alcanzaron la independencia por la gracia magnánima de Bélgica, sino que esta fue el resultado del tesón, la fuerza, el sufrimiento, la lucha y la sangre de los congoleños.
Apenas seis meses después, un 17 de enero de 1961, Lumumba, cerca de Elisabethville, se apoya contra un árbol haciendo frente a un pelotón de fusilamiento ante la presencia de militares, autoridades y contratistas belgas, que junto con la CIA, habían apoyado y dado cobertura al golpe de Estado encabezado por el coronel Mobutu y que puso fin al sueño de un Congo libre, democrático y a salvo de las injerencias y el saqueo occidental.
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