Nueve integrantes de la Fuerza Aérea de Israel fueron expulsados del cuerpo en 2003 por rechazar cualquier participación en los ataques liderados entonces por el Gobierno de Sharon.
Ni cómplices, ni autores. En el otoño de 2003, varios pilotos de la Fuerza Aérea de Israel desobedecieron las órdenes del Gobierno de Ariel Sharon y rehusaron participar en los ataques contra la Franja de Gaza. Aquella rebelión acabó con la expulsión de los objetores.
"Nosotros, veteranos y pilotos en activo que hemos prestado servicios y aún servimos al Estado de Israel, nos oponemos a cumplir órdenes ilegales e inmorales en los territorios", decía una carta publicada en septiembre de 2003 por 27 militares, lo que despertó la ira de sus jefes.
Un capitán identificado como Asaf L. declaró entonces a The Guardian: "Alguien tomó la decisión de matar a gente inocente. Esto significa que somos terroristas. Esto es venganza". Asaf fue uno de los destituidos por firmar aquella carta.
La gota que derramó el vaso fue el asesinato de 14 familiares de Salah Shehade, un líder militar de Hamás. Su casa fue bombardeada y allí murieron, sobre todo, niños. "Asesinato deliberado", fue el término empleado por los militares israelíes que rechazaron aquella acción y decidieron apartarse de los ataques indiscriminados contra civiles.
El entonces jefe de la Fuerza Aérea israelí, el general Dan Jalutz, respondió a aquella protesta con contundencia: según anunció en septiembre de ese año, los nueve pilotos en activo que habían suscrito la carta serían dados de baja.
"Se oye en las calles de Israel: la gente quiere venganza. Pero no deberíamos comportarnos así. No somos una mafia", dijo por su parte el teniente coronel Avner Raanan, quien había servido durante 27 años a las Fuerzas Armadas de Israel.
"Nos negamos a servir"
En 2014 hubo otra reacción de desobediencia ante los ataques indiscriminados contra la población civil. "Somos reservistas israelíes. Nos negamos a servir", afirmaron 50 ex soldados israelíes en una carta publicada el 23 de julio de ese año en The Washington Post.
"El ejército de Israel, una parte fundamental de la vida de la gente israelí, también es el poder que somete a los palestinos que viven en los territorios que fueron ocupados en 1967. Su estructura actual funciona de tal manera que su lenguaje y modo de pensar nos controlan: dividimos el mundo entre buenos y malvados según categorías del ejército", añadían.
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