Yuval Abraham 14/01/2024
Los palestinos arrestados en el norte de la Franja de Gaza relatan cómo los soldados israelíes maltrataron sistemáticamente a civiles, aplicando métodos que van desde la privación grave hasta la violencia física brutal
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Ciudadanos palestinos detenidos por el ejército israelí en Beit Lahiya, norte de Gaza, y trasladados cerca de la playa, el 7 de diciembre de 2023. / Redes sociales
A principios de diciembre, circularon imágenes por todo el mundo con decenas de hombres palestinos en la ciudad de Beit Lahiya, en el norte de la Franja de Gaza, que habían sido despojados de su vestimenta –quedándose apenas en ropa interior–, obligados a arrodillarse o a sentarse con la cabeza gacha e introducidos en camiones militares con los ojos vendados como ganado. La amplia mayoría de los detenidos eran civiles sin ningún tipo de vinculación con Hamás –como después confirmarían funcionarios de seguridad israelíes–, a quienes el ejército se llevó sin informar a las familias de su paradero. Algunos de ellos nunca regresaron.
+972 Magazine y Local Call conversaron con cuatro de los civiles palestinos que fueron arrestados en las inmediaciones y trasladados a centros de detención del ejército israelí, donde permanecieron recluidos durante varios días, o incluso semanas, antes de ser liberados y regresar a Gaza. Sus testimonios –y los de otros 49 vídeos publicados por medios de comunicación árabes en los que aparecen palestinos arrestados en circunstancias similares durante las últimas semanas en los barrios norteños de Zeitoun, Jabalia y Shuja’iya– constatan la tortura y el abuso sistemáticos de los soldados israelíes contra todos los detenidos, ya sean civiles o combatientes.
Los relatos incluyen descargas eléctricas, quemaduras con mecheros, escupitajos en la boca y privación del sueño, la comida y el acceso al baño, llegando incluso a defecarse encima. Muchos cuentan que los ataron a una valla durante horas, teniéndolos esposados y con los ojos vendados casi todo el día; algunos declaran haber sufrido palizas por todo el cuerpo y quemaduras de cigarros en el cuello o la espalda. Es más: varias personas fallecieron debido a las condiciones en las que fueron retenidas.
Los palestinos con los que conversamos narraron cómo, en la mañana del 7 de diciembre –cuando se obtuvieron las imágenes de Beit Lahiya–, los soldados israelíes entraron en el barrio y exigieron a los civiles que salieran de sus casas. “Gritaban: ‘Que todos los civiles salgan y se rindan’”, contó Ayman Lubad a +972 y Local Call, un investigador en materia legal del Centro Palestino de Derechos Humanos que fue detenido ese día junto a su hermano menor.
Conforme a los testimonios, los soldados ordenaron a todos los hombres que se desvistieran, los reunieron y les sacaron las fotos que después se divulgaron en redes sociales (desde entonces, compartir las imágenes les ha valido las reprimendas de altos mandos militares). Por su parte, a las mujeres y los niños les ordenaron ir al hospital Kamal Adwan.
De acuerdo a cuatro testimonios independientes que recabaron +972 y Local Call, mientras tenían sentados y esposados en la calle a los detenidos, los soldados entraron en las casas del vecindario y les prendieron fuego –+972 y Local Call consiguieron imágenes de una de las casas quemadas–. Los soldados les dijeron que estaban arrestados porque “no habían evacuado hacia el sur de la Franja de Gaza”.
A pesar de las órdenes de expulsión emitidas por Israel desde el principio de la guerra que llevaron a cientos de miles de palestinos a huir hacia el sur, quedan civiles en el norte de la Franja de Gaza, si bien se desconoce cuántos. Las personas a las que entrevistamos enumeraron múltiples razones para no emprender ese camino: miedo a ser bombardeadas por el ejército israelí en el trayecto hacia el sur o estando refugiadas allí; miedo a que los combatientes de Hamás les disparasen; problemas de movilidad o discapacidades entre los miembros de la familia y preocupación sobre el día a día en los campos para personas desplazadas en el sur. Una mujer de Lubad, por ejemplo, acababa de dar a luz y temían los peligros de marcharse de la casa con un bebé recién nacido (...)
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