martes, 16 de enero de 2024

CTXT. Los medios israelíes se han convertido en el brazo propagandístico del Gobierno. Por Ido David Cohen (Haaretz)

Ido David Cohen (Haaretz) 2/01/2024

Tras las críticas al poder en los días posteriores al 7 de octubre, los canales de noticias se han consagrado a la moral nacional, confiando exclusivamente en las declaraciones militares e ignorando por completo a las víctimas palestinas

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Periodistas desplegados en Líbano, a más de un kilometro de la frontera con Israel, antes del ataque. / Human Rights Watch 


La guerra de Gaza se presenta en las diversas pantallas israelíes dando parte de las cuentas oficiales del ejército israelí, directamente y sin cuestionarlas, y la rueda de prensa diaria del portavoz de las fuerzas armadas, el contralmirante Daniel Hagari. La cobertura, entretanto, le resta importancia a las preguntas críticas que surgen en el conflicto, como cuánto amenazan las maniobras terrestres las vidas de los rehenes israelíes en Gaza.

Se ignora las muertes de miles de familias palestinas en Gaza y la cobertura de los medios israelíes muestra imágenes de edificios destruídos sin mencionar la posibilidad de que haya gente enterrada bajo los escombros. Tan solo unas pocas voces en antena desafían la percepción del sistema, aunque la guerra estallara por la excesiva confianza en conceptos preestablecidos.

Se repite de manera obsesiva que las informaciones han sido aprobadas para su publicación por la censura militar. Los medios también dedican demasiada atención a la emotividad a expensas de la información seria en lo relativo al tema de los rehenes. A lo mejor, más que nada, lo que hay es un panorama mediático marcado por un sinfín de formas de autocensura.

Los periodistas y los investigadores de los medios temen que la industria de la comunicación israelí esté retomando malos hábitos en un intento por levantar la moral y afianzar la solidaridad con los soldados que arriesgan la vida en Gaza, y, al hacerlo, no esté mostrando la realidad que se vive allí.

“No hay instrucciones explícitas, pero se respira cierta atmósfera que no da cabida a las historias de las víctimas gazatíes en los boletines informativos”, señala un periodista de un destacado canal de noticias. “Nos rendimos al sentir de la gente, una manera de decir que después de una catástrofe tan grande, no deberíamos ‘darle al enemigo una oportunidad’”.

“El problema es que perjudica el papel de los periodistas porque los espectadores se acostumbran a no tratar al otro bando como seres humanos y no entienden por qué el mundo entero, que sí ve las duras imágenes de Gaza, nos da la espalda y trata a Israel como el agresor”.

David Gurevitz, investigador cultural y profesor en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Estudios Académicos de Gestión en Rishon Letzion, afirma que “al principio, cuando estalló la guerra, los medios de comunicación desempeñaron un papel responsable. Ahora se están convirtiendo en el brazo propagandístico del Gobierno, llenos de populismo y exaltado patriotismo. Lo que motiva a los medios es el deseo de atraer espectadores y conseguir índices de audiencia altos”.

No se puede discutir que los primeros días tras la masacre de Hamás, la televisión israelí mostró una profesionalidad encomiable en el que quizá fuese el momento más difícil que ha conocido nunca el país. “Tras el fatídico y espantoso ataque del 7 de octubre, fueron los medios los que intercedieron entre los civiles asustados y los derrumbados Gobierno y ejército; dieron voz a los clamores de los asesinados, exigieron respuestas y sirvieron de plataforma para los israelíes traumatizados”, indica Gurevitz.

Nurit Canetti, presidenta de la Unión de periodistas en Israel y presentadora de un programa de actualidad en la emisora de radio de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) Galei Tzahal, coincide. “La prensa entendió la carga sobre sus hombros y cumplió con su papel de mantener informada a la gente sobre lo que estaba pasando cuando nadie sabía lo que ocurría, ofrecer una plataforma a los desamparados e iluminar los lugares a los que el país había fallado, que no funcionaban o que sencillamente habían colapsado”, señala. “Los periodistas fueron los únicos que hablaron con las familias que habían perdido a un ser querido y con las familias de los rehenes”.

Fue esta profesionalidad la que propició que florecieran trabajos documentales en profundidad, como las historias de los fiascos relacionados con las advertencias de los observadores de las FDI y los rehenes en Be’eri. Estos informes se elaboraron “sin esperar las respuestas oficiales del Estado; los medios invirtieron recursos y presentaron a los espectadores historias en toda su complejidad. En este aspecto, merecen una medalla”, sostiene Canetti (...)

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