jueves, 21 de septiembre de 2023

CTXT. “El mayor error de Allende fue creer que la Democracia Cristiana era democrática”. Por Gorka Castillo

 Gorka Castillo Madrid , 11/09/2023

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El sociólogo Marcos Roitman durante una entrevista en 2019. / Vocesenlucha (Youtube)


El 11 de septiembre de 1973, el presidente chileno Salvador Allende se convirtió en un mito. El bombardeo del Palacio de La Moneda, el dramatismo de sus últimas palabras y, finalmente, su inmolación trascendieron su imagen de estadista para otorgarle una dimensión de idealista universal. Sólo hicieron falta unos minutos de luminosa melancolía. Los que sirvieron para comprobar las intenciones de un ejército envilecido bajo el mando de Pinochet. El sociólogo, ensayista y exiliado chileno Marcos Roitman (Santiago de Chile, 1955) no olvida el papel que jugó la Democracia Cristiana en aquel golpe de Estado y el empeño de Allende por salvar la democracia. “Ellos promovieron una campaña de terror y trataron de justificar, entre otras cosas, las violaciones de los derechos humanos que empezaban a cometer”, afirma. Autor del libro esclarecedor Por qué no fracasó el gobierno de la Unidad Popular (Ed. Sequitur, 2023), Roitman reconoce que siente pena al echar la vista atrás y volver a revivir aquel infausto 11 de septiembre de 1973. “La gran mentira oficial es culpar de la quiebra de la democracia al gobierno de la Unidad Popular, a las víctimas. Esto es lo que defendió en su día Aylwin, lo que mantuvo Eduardo Frei Ruiz-Tagle y luego han apoyado Ricardo Lagos, Bachelet, Piñera y ahora Gabriel Boric”, asegura. Chile se sumerge profundamente dividido en la conmemoración de aquel episodio sangriento. 50 años después de la muerte de Allende continúa empantanado entre el resentimiento hacia un líder único y el deseo de una experiencia política que fue aniquilada.

Después de 50 años del golpe de Estado en Chile, la herida no está cerrada. ¿Cuántas generaciones tendrán que pasar para considerar que aquello fue una dictadura sanguinaria?

El problema no es de generaciones sino de construcción de un relato que haga posible entender que aquello fue un golpe de Estado contra el orden democrático y constitucional por parte de la derecha, de la Democracia Cristiana, de Estados Unidos y de las Fuerzas Armadas. Creo que mientras no liquidemos la verdad oficial que construyeron unos y otros será imposible entender la magnitud de aquel exterminio. Repito que el problema no es generacional. Es de memoria democrática y dignidad para que cada uno se responsabilice de los hechos que se produjeron. La cuestión no es determinar quién tuvo la culpa o no sino quiénes tuvieron responsabilidad de haber matado, asesinado o torturado a gente que el 11 de septiembre eran ciudadanos y al día siguiente se convirtieron en peligrosos terroristas a los ojos del poder. Creo que es simplemente eso. Un problema de asumir responsabilidades. Y mientras eso no se realice, en Chile no va a haber realmente una ruptura con el periodo de la dictadura.

Usted fue uno de los artífices de la querella contra Pinochet. ¿Cree, al menos, que aquella demanda contribuyó a que el dictador haya pasado a la historia de la humanidad como un tirano despiadado?

El mérito es de las víctimas que desde el 11 de septiembre de 1973 se presentaron a reclamar los habeas corpus. Ellos y ellas, por lo tanto, hicieron posible que las atrocidades cometidas por Pinochet no quedaran en el olvido. El otro gran artífice del proceso judicial contra el dictador es, sin duda, Joan Garcés. Sin él no hubiera habido caso y es justo reconocerlo. También, por supuesto, el del pueblo chileno que tuvo la fortaleza de seguir combatiendo, luchando y denunciando las violaciones de los derechos humanos que se cometieron en mi país desde el mismo día en el que el presidente Salvador Allende fue asesinado. Y respondiendo a su pregunta le diré que sí creo que la querella fue el punto de partida de la transición chilena. El hecho de que fuera detenido tuvo un efecto de inflexión en la conciencia tanto interna como internacional porque, a diferencia de España, el dictador no murió en la cama. Lamentablemente, a partir de ese momento un partido transversal como el Partido Socialista, el Partido Demócrata Cristiano y el PPD, personajes destacados como el expresidente Patricio Aylwin, pasando por Eduardo Frei Ruiz-Tagle y Ricardo Lagos, construyeron una versión oficial de apoyo tácito a Pinochet al decir que sería juzgado en Chile pero que no correspondía acusarlo de crímenes de lesa humanidad.

¿Qué supuso para Chile esa comunión política que se creó para proteger a Pinochet?

Yo diría que demuestra, entre otras cosas, la fortaleza de la traición al gobierno democrático de Allende y el mantenimiento de lo que fue el proyecto de refundación del orden, que es como denominó Pinochet a su golpe. El dictador ya dijo que no tenía plazos sino metas. Quiero recordar las palabras del que fuera canciller con Michelle Bachelet, Alejandro Foxley, en el año 2000 cuando aseguró que Pinochet había cambiado la vida para bien, no para mal, porque era un adelantado a su tiempo y merecía estar en un lugar destacado en la historia de mi país. Eso lo dijo un hombre que luego ocupó un cargo destacado en el gobierno del Partido Socialista y que fue un miembro importante de la Democracia Cristiana. Con eso, está todo dicho 

(...) ¿Qué papel está jugando Gabriel Boric en este periodo de renacimiento de la derecha negacionista en Chile?

Aunque Chile es un régimen presidencialista deberíamos de hablar del gobierno que encabeza Gabriel Boric. Yo creo que es más correcto, digamos, plantearlo en esos términos. Y lo digo así porque su cometido es mantener la economía de mercado a través de una refundación 3.0 de la Concertación de partidos que gobernó Chile durante cinco administraciones. Sirva como recordatorio que Boric ha calificado a Sebastián Piñera de gran demócrata y a Patricio Aylwin como un ejemplo para la democracia en Chile. La mitad de sus ministros son de la Democracia Cristiana, del Partido Socialista y del PPD, todos ellos partidos que supuestamente el Frente Amplio había derrotado. Es como si en España ganara el PSOE y los ministros fueran del Partido Popular y Ciudadanos, si existiera todavía. Hay que recordar que en Chile no se habla de neoliberalismo sino de refundación del orden, un concepto que implica también individualismo, destrucción de lo social y colectivo de ciudadanía política, que es donde descansa la ética y el compromiso. Por eso Boric dice una cosa un día y al siguiente otra distinta. Prefiero dejar de adjetivarlo, pero me llama la atención que pese a no haber tenido nunca una militancia política en términos de formación pedagógica esté considerado como un joven de 35 años capacitado para enfrentarse a la plutocracia que ha dirigido este país durante 150 o 200 años. Me resulta difícil de creer. Más bien creo que su gobierno no tiene principios (...)


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