Liliana David 8/08/2023
Con el concepto “imagología”, el autor advirtió acerca de la homogeneización de las ideas y las acciones de los individuos a través de los medios de comunicación y el sistema de producción de la información
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Milan Kundera, durante su entrevista en Televisión Española en 1980. / RTVE
En aquella entrevista que concedió al programa A fondo, Milan Kundera ofreció claves para comprender su obra novelística. Dos cuestiones son las que quedaron en mi memoria tras escucharlo hablar en francés con su singular acento checo, con ese contraste de sonidos tan propio de quienes nada propio poseen, salvo lo liminal. La primera tenía que ver con el fantasma de la identidad que obsesionó al escritor. ¿Qué es la identidad? Esta fue una pregunta cuyas respuestas exploró en el arte de la novela. La segunda, en cambio, tenía relación con la declaración que hizo el propio Kundera al referirse al totalitarismo, al que definió como “algo más que un régimen político”, como un arquetipo psicológico que se instaura en el alma y en el espíritu de las personas que aspiran a que la humanidad viva y exista en una unión absoluta y soñada.
Que la sociedad se realice en semejante anhelo, y que tal realización la lleve a presuponer que comparte una identidad en la que no existen límites entre la vida privada y la pública, le parecían al novelista ilusiones irrisorias. “El totalitarismo no solamente es un infierno –dijo Kundera en aquella entrevista para TVE–, también es un paraíso, y se confunden”. Pero cuando iba probablemente a profundizar en aquella prometedora idea, se le cayó al suelo el micrófono, y luego el entrevistador no volvió a abordar el tema. Fue una pena que aquel pensamiento quedase abortado en el aire, pero, no obstante, bastaron aquellas frases para configurar en mí una especie de tesis que luego me dedicaría a explorar leyendo las novelas del autor checo-francés; un camino que, por cierto, me llevó un día a desarrollar una investigación doctoral sobre las repercusiones filosóficas de su obra; sobre todo, las concernientes al laberinto de la identidad.
No solo porque el pasado 11 de julio Milan Kundera muriera a los 94 años, sino también, y especialmente, porque se trata de uno de los autores que con mayor lucidez e ironía logró intuir la disolución de la vida privada y pública causadas por lo que podríamos llamar la dictadura de las nuevas tecnologías –hoy sostenida por un imperio de idiotas–, es que deseo recordar aquí su legado literario y rendir un personal homenaje a su pensamiento novelesco. Milan Kundera pronto advirtió cómo se comenzaba a expandir la uniformización, la homogeneización de las ideas y las acciones de los individuos a través de los medios de comunicación y el sistema de producción de la información, y cómo con ello iba imperando en la nueva sociedad de masas esa perversa moda de lo que él mismo llamó la “imagología”, esa mezcla de visibilidad e ideología con la que las imágenes se convertían en el fundamento de una cultura degradada, cosificada, que acaba reduciendo el pensamiento, la reflexión y la curiosidad en caos, confusión y ruido (...)
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