viernes, 15 de septiembre de 2023

CTXT. Sobre el ataque a los ‘levantamientos de la tierra’ en Francia. Por Adrián Almazán Gómez

 Adrián Almazán Gómez 19/08/2023

El Gobierno de Macron inicia una ofensiva legal contra el movimiento ciudadano que reúne ya a más de 100.000 personas en defensa del territorio

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Protestas en Niort, Francia, durante el pasado mes de marzo contra la construcción de megabalsas. 


El 25 de marzo, 30.000 personas se dan cita en el distrito rural francés de Sainte-Soline bajo la bandera de los Soulèvements de la terre (levantamientos o sublevaciones de la tierra, diríamos en castellano). Columnas de manifestantes repletas de niños, coloridos animales totémicos, fanfarrias, máscaras de gas y escudos chocan frontalmente contra una línea policial que defiende con profusión de armamento... el vacío. Granadas, cañones de agua y gases lacrimógenos para salvaguardar el enorme hueco abierto por el proyecto de una megabalsa de riego. Armas de guerra para defender un cráter –indestructible por definición e insuperable símbolo de la barbarie de la agricultura industrial– de los cutters con los que el movimiento se propone liberar el agua. Tras 5.015 proyectiles disparados en algo más de hora y media, es decir, casi un proyectil por segundo, tantos como en todo 2009, el balance es de 200 manifestantes heridos, 40 gravemente mutilados y dos en coma (por suerte a día de hoy ya despiertos).

Aunque sin demasiada intensidad, y en muchos casos desfigurado por la ambigüedad populista de los medios de comunicación, el huracán que la jornada de Sainte-Soline creó en el Estado francés comienza a alcanzar también nuestras costas. Algunas personas dentro y fuera del ámbito ecologista han comenzado a preguntarse: ¿qué son los levantamientos de la tierra? ¿De dónde han salido? ¿Cómo es posible unir a 30.000 personas bajo la bandera del ecologismo, el anticapitalismo, el feminismo, la crítica colonial o el sabotaje al desarrollismo? ¿Deberíamos imitarlos?

Antes de Sainte-Soline 

Un primer paso imprescindible para responder a estas preguntas es comprender que la “batalla de Sainte-Soline” no es flor de un día, sino el punto culminante de una campaña de movilización y alianzas que el pasado marzo cumplía ya casi dos años de vida. En marzo de 2021, jóvenes rebeldes, habitantes comprometidos con la defensa de sus territorios y campesinos publicaban el “Llamamiento de los levantamientos de la tierra”. En él se reivindicaba la necesidad imperiosa de tres gestos. El primero, “tirar del freno de emergencia” y desmantelar las industrias tóxicas que destruyen la tierra. La tierra tanto en su sentido agrícola como en aquel que la comprende como el hogar de la vida, su condición de posibilidad, como Gaia. El segundo, reapropiarse de dicha tierra para convertirla en un común que haga posible la defensa del campesinado y su expansión. Y el tercero, ocupar los lugares de decisión en los que en la próxima década se dirimirá el destino de los terrenos que la desaparición de granjas dejará a merced de la agroindustria y los especuladores.

Este llamamiento se convirtió en el pistoletazo de salida de una dinámica de movilizaciones que incluyó todo tipo de acciones: desde la defensa de terrenos agrícolas urbanos amenazados por la edificación hasta sabotajes a las industrias del cemento, pasando por la destrucción de megabalsas, los bloqueos de carreteras en construcción o la defensa de zonas boscosas y humedales. El esquema es siempre el mismo. Al inicio de cada temporada anual se designan una serie de territorios amenazados que, mes a mes, serán el escenario de encuentros in situ. Los miembros de los levantamientos, simbiotizándose con los colectivos locales y amplificando sus capacidades, ponen en pie un campamento temporal para recibir a personas venidas de todos los rincones de Francia y organizan movilizaciones en los lugares amenazados que, en la mayor parte de los casos, culminan con una acción de sabotaje (“desarme”, en sus términos) colectiva y festiva.

Sindicalistas campesinos de la Confédération Paysanne, militantes autónomos, naturalistas combativos, feministas, jóvenes del movimiento climático, defensores del territorio… Todos/as ellos/as se han venido dando cita mes tras mes, siendo testigos de un aumento exponencial de su potencia y apoyos. Si en las primeras acciones de 2021 los levantamientos atraían a unos pocos cientos de personas, en 2022 su número escaló hasta acercarse a los miles, catapultándose hasta las decenas de miles que protagonizaron la batalla de Sainte-Soline.

Reapropiación de la tierra  (...)


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