BRUSELAS 14/08/2023 M. G. ZORNOZA
Veinte años después de su intervención militar más ambiciosa, EEUU y la UE abandonan a su suerte al pueblo afgano.
La caída de Afganistán, el gran fracaso de Occidente | Público
"Afganistán es la catástrofe de nuestro tiempo. A diferencias de los poderes occidentales, los talibanes sí aprendieron la lección durante esto 20 años", resume Lynne O' Donell en el ensayo Cómo Occidente abandonó a Afganistán en 2021, publicado en Chatam House. Hace dos años, las tropas de la OTAN se retiraron de Afganistán tras dos décadas en el país en una evacuación caótica, exprés y por la puerta de atrás.
El fracaso afgano bebe de la culminación de varios errores encadenados: la falta de entendimiento hacia el sistema cultural y de minorías y castas; la escasez de apuesta por un liderazgo de consenso democrático; o la poca ambición para atajar la corrupción con riesgos de dinero occidentales que fueron a parar a las manos equivocadas.
Dos décadas, tres billones de dólares y miles de soldados caídos no sirvieron para culminar el doble objetivo que se fijó la Alianza Atlántica, liderada por Estados Unidos, en su mayor intervención internacional: derrocar al terrorismo y restaurar la democracia en uno de las regiones más pobres del mundo. Lo que queda tras ese esfuerzo, tras la misión desatada tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, es un pueblo abandonado ante el que los fundamentalistas han impuesto su teocracia más radical.
Las primeras víctimas, como ya ocurrió desde su primera llegada al poder en 1996, son las mujeres. Afganistán es el único país del mundo donde hay instaurada un apartheid de género. Durante las primeras horas y días de su regreso al poder en Kabul, con los ojos de medio globo puestos sobre ellos, los radicales intentaron vender una imagen edulcorada prometiendo a la comunidad internacional que habían cambiado.
Su verdadero rostro no tardó en llegar. Devolvieron a las mujeres a la invisibilidad y el encierro. En el siglo XXI, en el año 2023, los talibanes han vuelto a prohibir a las niñas ir a los colegios. Las mujeres ya no pueden ir a la universidad. Tampoco al hospital sin un guardián. Y en la nueva era han dado un paso más con la indiferencia de Occidente. Las mujeres afganas tienen prohibido pisar los parques, asistir a los gimnasios o trabajar en organizaciones internacionales.
A ello le sigue una represión brutal, en nombre de violaciones y torturas a aquellas personas que no siguen los dictámenes. "La situación en Afganistán ahora mismo representa la peor crisis para las mujeres del mundo", reconoce el director de Human Rights Watch.
"Las mujeres de Afganistán pedimos al mundo que deje de apoyar este apartheid de género y a los terroristas. Pedimos que no se les reconozca y que se deje de interactuar con ellos. ¿Es esta actitud dictatorial, terrorista, discriminatoria y sexista aceptable?", afea Lailuma Sadid, periodista exiliada y afincada en Bruselas, cuya imagen dio la vuelta al mundo tras implorar entre lágrimas a Jens Stoltneberg, secretario general de la OTAN, que no reconociese a los talibanes. Said denuncia que mientras el grupo terrorista impone condiciones extremas a las mujeres, Estados Unidos les envía cada semana 40 millones de dólares sin control ni condiciones.
La crisis afgana se reproduce en un momento en el Occidente ha fijado sus prioridades. La guerra en Ucrania ha absorbido la atención política y mediática. Desde el 24 de febrero de 2022, la Unión Europea muestra su apoyo implacable y "sin límites" a Ucrania en el nombre de la defensa del Derecho Internacional y de los valores y derechos fundamentales.
Estados Unidos, por su parte, culmina la prioridad que ya comenzó con la Administración Obama de centrar sus esfuerzos en contener la hegemonía mundial de China. Todo ello hace bueno el viejo proverbio que establece que en las relaciones internacionales no hay amigos, hay intereses. Y en base a ello se eligen las batallas que se quieren librar (...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario