3 de enero de 2021
- JJjJuan Manuel, conocido como El Biólogo de Michoacán, vive solo en un bosque asediado por la tala ilegal y una sangrienta batalla entre cárteles. Ha recibido amenazas por su activismo para frenar la depredación de los pinares por parte de la ingente industria aguacatera.
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- 15 abr 2021
El Biólogo de Michoacán - True Story Award
Juan Manuel vive solo en un bosque asediado por la tala ilegal y una sangrienta batalla entre cárteles. Ha recibido amenazas por su activismo para frenar la depredación de los pinares por parte de la ingente industria aguacatera. Los cultivos del ‘oro verde’ han arrasado los recursos naturales de Michoacán.
EL ECOCENTRO, ARROYO COLORADO
La charanda es una tierra rojiza, desolada por el maltrato al bosque. La tala inmoderada, los incendios y las plagas sin sanar, arrasaron con toda su materia orgánica. Esta arcilla pesada se endurece en periodos secos. Se reblandece y se infla por las lluvias. La loma late. Una alfombra aterciopelada que refulge fresca bajo el sol y se encarroña en la sombra. Es una tierra inservible, muerta.
—¡Es increíble, mira qué color! —se maravilla el caminante a su paso por un suelo oxidado que pisa todos los días.Juan Manuel Madrigal Miranda vive solo en medio de 100 hectáreas de pinos y encinos desde hace tres décadas. Un bosque ubicado en la periferia de Uruapan, en el corazón de Michoacán y de la guerra en México. En el último año, un frente de batalla entre cárteles de la droga que ahora también se disputan los campos y el agua.
—Ahí están los halcones (vigilantes de un grupo criminal) —señala una garita de tablones a treinta metros—. Si preguntan, eres estudiante.
El hombre de 72 años carga una cubeta en su mano izquierda y un machete en la otra, sus utensilios para salir cada mañana a regar las plantas; su única compañía y distracción desde que las balas llovieron sobre su cabeza.
—Escuché un estruendo muy fuerte y me tiré al piso. Se estuvieron disparando como veinte minutos, pero luego duró una hora el olor a pólvora. Un aire y un silencio de muerte. Hasta los pájaros dejaron de cantar —recuerda sobre aquel 22 de mayo de 2019 a las dos de la tarde, a cien metros de su casa. Los Viagras emboscaron un convoy del grupo rival, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), y abatieron a doce de sus integrantes. El enfrentamiento involucró a un centenar de sicarios.
La charanda se volvió a teñir de sangre. No era el primer combate en esa arboleda, pero sí el que detonó una etapa aún más salvaje del conflicto en Michoacán.
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Juan Manuel tiene ojos diminutos, vidriosos y los párpados inferiores hinchados como a punto de soltar una lágrima. Sus arrugas de la garganta, su perilla canosa y sus prominentes venas en las manos parecen pesarle y encorvar su delgada figura. Viste un polo amarillo con un chaleco de pana que repite todos los días y usa cordones verdes. Tiene aspecto y alma de hippie, pero es un superviviente.
Cursaba Filosofía en la capital y militaba en las juventudes comunistas, cuando en el ‘68 estalló la revuelta estudiantil. Su familia lo envió a casa de una de sus hermanas en California para ponerlo a salvo. En la Universidad de Berkley, donde solía merodear sin estar matriculado, descubrió el incipiente movimiento ecologista.
—La Tierra será como sea el ser humano. Somos cabrones, pues la destruiremos. Desde ahí que empecé a hablar del calentamiento global y aquí en México me miraban como un loco —resume Juan Manuel de aquellas enseñanzas visionarias.
Viajó largos periodos por todo Michoacán para impartir talleres de compost, huertos sostenibles y reciclaje, tanto en facultades como en comunidades indígenas. Allá donde iba, regalaba semillas orgánicas, por lo que se ganó el apodo de Juanito Manzanas, el legendario arboricultor nómada de Estados Unidos.
En 1983, fundó junto a varios colegas Viva Natura, una de las primeras organizaciones ambientalistas en el país, que logró detener algunos saqueos de madera y manantiales. Naciones Unidas los invitó a Nueva York en 1991 para preparar la Cumbre de la Tierra del siguiente año.
—Lo más importante del movimiento por el medio ambiente es que haya ejemplos vivos de lo que significa la naturaleza. Necesitábamos un lugar donde mostrar que era posible una vida sustentable —asegura el profesor sobre la idea que emanó del encuentro.
Viva Natura consiguió que los ejidatarios de Zumpimito, en ese apéndice de Uruapan, les cedieran un pedazo de su foresta charandoso, porque les parecía improductivo. En las tres hectáreas crearon el Ecocentro Cupatitzio con la intención de ofrecer un espacio de preservación para el estudio del entorno natural y para fines recreativos. A su inauguración en 1999 asistieron representantes de Canadá y Reino Unido, que habían contribuido a financiar la iniciativa y hasta pasaron noche sendos embajadores.
Juan Manuel pernoctó varios meses en una cama de paja bajo un cedro para custodiar los materiales de construcción.
—Nos decían que estábamos al lado de un barrio bravo, pero nosotros lo vimos como una oportunidad para hacer trabajo comunitario —rememora de unos inicios en que contrató a albañiles del lugar para construir las cabañas del conjunto.
La resistencia de El Biólogo se entrelaza con la determinación de una guardabosque indígena y un sacerdote que arriesgan su vida en defensa de la tierra y el agua. Los recientes lucros que han recrudecido la guerra en un México cada vez más violento (...)
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