Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, y Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, tienen algo en común: han sido los cargos institucionales que más clara, temprana y meridianamente han criticado a Israel por castigar colectivamente a la población civil de Gaza tras la masacre de Hamás mientras otros líderes lo justificaban. Fueron de los primeros en afear que la respuesta de Netanyahu no dejara al margen hospitales, escuelas, embarazadas, niños, ancianos. A los dos les ha costado reprimendas del poderoso país pese a que ambos han intentado matizar que criticar la respuesta no deslegitima la crítica a la agresión. A Guterres se le declaró persona non grata e incluso se negó visados al personal de la ONU (...)