Ritama Muñoz-Rojas 5/02/2024
El periodista Albert Forns recopila en su libro ‘I el cel ens va caure al damunt’ los testimonios de los supervivientes tras el ataque ocurrido el 31 de mayo de 1938 por parte de la aviación italiana
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Edificio destruido por el bombardeo de la aviación legionaria italiana durante la guerra civil española. Un grupo de hombres trabajan sacando escombros. /Ajuntament deMasacrar, machacar, infligir la crueldad más extrema en un conflicto bélico sobre la población civil. Lo estamos viendo todos los días. En Gaza, Ucrania, Siria, Sudán; pasó en la ex Yugoslavia; son décadas de bombas cayendo en escuelas y hospitales, en plazas y mercados. Así se gana una guerra, pensaron los estrategas modernos, mentes sádicas e inhumanas de verdad, en el primer tercio del siglo pasado. No hay bomba más rentable que la que mata niños, mujeres, almas inocentes. Se llama operación destrozar el tejido social y generar pánico para derrotar al enemigo. Ese descubrimiento lo ensayaron los fascistas italianos y los nazis alemanes, y lo hicieron en España, como parte de su operación de apoyo al ejército sublevado. Casi un siglo después, esos métodos siguen vigentes y a pleno rendimiento.
Un desastre como seres humanos que Albert Forns (Granollers, 1982) denuncia e ilustra. Toma como ejemplo el bombardeo a Granollers en su libro I el cel ens va caure al damunt. El 31 de mayo de 1938, y en tan solo un minuto, aviones italianos cargados de bombas cambiaron la vida de la mayoría de los habitantes de este municipio catalán cercano a Barcelona. Sesenta segundos en torno a los que el autor ha trabajado, investigado y estudiado a fondo, centrándose en varios aspectos, desde las matemáticas bélicas, la sociología sindical del momento, la tecnología armamentística o la arquitectura y el urbanismo de un municipio de principios del siglo. Y, sobre todo, apoyándose en los testimonios de los que vivieron aquella barbarie.
No se conoce mucho el bombardeo de Granollers, a pesar de haber sido uno de los más tremendos y bárbaros de la guerra de España. Fue una antesala importante de la barbarie de tantas guerras actuales. Forns lo explica en su libro, caminando desde lo local, a lo universal.
Estamos ante uno de los bombardeos más brutales de la Guerra de España.
Bombardeos bestias hubo muchos, porque estaba esa misión de castigar la retaguardia y, de alguna manera, restar el ánimo a la población civil que no estaba en el frente. Eran diarios los bombardeos a las ciudades de la costa con aviones que salían de la base de Mallorca [la base para los aviones enviados por Italia para apoyar al ejército sublevado]. Bombardeos sanguinarios hubo muchos. En Barcelona, por ejemplo, en marzo del 38 se estuvo bombardeando durante 72 horas seguidas a la población; la gente no podía salir de los refugios, murieron casi dos mil personas. Es decir, en Cataluña hubo bombardeos muy continuos, con muchos muertos; pero el de Granollers supuso una carnicería especialmente grande porque fue un ataque con muchas bombas en una ciudad muy pequeña y, además, por la casuística del momento y del sitio en el que se tiraron las bombas. Fue a las nueve de la mañana, en el centro de la ciudad, donde estaba el mercado en el que se formaban las colas del racionamiento y al que cada día llegaban las mujeres en busca de comida. Las nueve de la mañana, la hora del bombardeo, era un momento de muchísimo bullicio, la hora en que los niños van al colegio, la de ir a la fábrica, era el momento en que las calles de esta ciudad estaban llenas. Caen entonces sesenta bombas que van a causar una mortandad muy grande. En un solo minuto, van a morir 226 personas. Todos los habitantes de Granollers conocen a alguien que muere, un familiar, un pariente, un amigo; además de heridos, mutilados; y las bombas que tocaron tu casa, tu fábrica o la tienda a la que ibas a comprar. A las nueve y cinco minutos del 31 de mayo de 1938 cambió el rostro de la ciudad, el físico, pero también el espiritual de su población. Esos años se produjeron grandes bombardeos, pero a mí me parece que éste es representativo de la salvajada que significaron otros contra la población civil en lugares en los que no había refugios.
Sin embargo, hay algo que ha pasado inadvertido, si lo comparamos con Gernika, Belchite o la Desbandá.
Gernika lo tenemos muy claro y presente, porque fue una verdadera salvajada y además está el cuadro de Picasso. A veces, se ha llegado a decir que Granollers fue el Gernika catalán, pero lo que pasó en Gernika es mucho más bestia que lo que pasó en Granollers. En Gernika, los alemanes hicieron unas pruebas de armamento con bombas incendiarias, también quisieron probar unas bombas que destruían los refugios; aquello fue especialmente grave, y tuvo gran repercusión internacional. La cuestión es que hubo muchos bombardeos muy heavys, pero luego pasó lo de siempre, que los vencedores son los que deciden lo que hay que contar o lo que no hay que contar; la prueba es que a día de hoy, sabemos más cosas del bombardeo de Dubrovnik, de Dresde o de los bombardeos en Londres que muchos de nuestros propios bombardeos que sufrimos durante la Guerra Civil.
¿Por qué? (...)
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