Hamid Dabashi (Middle East Eye) 28/01/2024
Desde el nazismo de Heidegger hasta el sionismo de Habermas, el sufrimiento del ‘otro’ es lo de menos
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Retrato del filósofo alemán Jürgen Habermas pintado sobre un muro en la Demeure du Chaos en Lyon, Francia. / Thierry Ehrmann
Imagíneselo durante unos segundos: Irán y sus aliados atacando deliberadamente zonas pobladas de Tel Aviv, hospitales, sinagogas, escuelas, universidades, bibliotecas –o, de hecho, cualquier lugar poblado– para asegurarse el máximo número de víctimas civiles. Dirían al mundo que sólo buscaban al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y a su gabinete de guerra.
Pregúntese qué harían Estados Unidos, el Reino Unido, la Unión Europea, Canadá, Australia y Alemania en particular en las veinticuatro horas siguientes al ataque de este escenario ficticio.
Ahora vuelva a la realidad y valore el hecho de que desde el 7 de octubre (y durante décadas antes de esa fecha), los aliados occidentales de Tel Aviv no sólo han sido testigos de lo que Israel le ha hecho al pueblo palestino, sino que también le han proporcionado equipamiento militar, bombas, municiones y cobertura diplomática, al tiempo que los medios de comunicación estadounidenses han ofrecido justificaciones ideológicas para la matanza y el genocidio de palestinos.
El orden mundial actual no toleraría ni un solo día el escenario ficticio mencionado. Con el matonismo militar de Estados Unidos, Europa, Australia y Canadá apoyando sin ambages a Israel, los pueblos indefensos del mundo, al igual que los palestinos, no contamos. No se trata sólo de una realidad política; también concierne al imaginario moral y al universo filosófico de eso que se llama a sí mismo “Occidente”.
Los que estamos fuera de la esfera de la imaginación moral europea no tenemos cabida en su universo filosófico. Árabes, iraníes y musulmanes; o los pueblos de Asia, África y América Latina: para los filósofos europeos carecemos de realidad ontológica, excepto como una amenaza metafísica que debe ser conquistada y acallada.
Empezando por Immanuel Kant y Georg Wilhelm Friedrich Hegel, y continuando con Emmanuel Levinas y Slavoj Žižek, somos rarezas, cosas, objetos conocibles que los orientalistas se encargaron de descifrar. Como tales, el asesinato de decenas de miles de nosotros a manos de Israel, o de Estados Unidos y sus aliados europeos, no provoca la más mínima tregua en las mentes de los filósofos europeos.
Un público tribal europeo
Si cabe alguna duda, no hay más que ver al destacado filósofo alemán Jurgen Habermas y a algunos de sus colegas, que en un asombroso y descarado acto de cruel vulgaridad, se han pronunciado a favor de la matanza de palestinos por parte de Israel. La cuestión ya no es qué podemos pensar de Habermas, de 94 años, como ser humano. La cuestión es qué podemos pensar de él como científico social, filósofo y pensador crítico. ¿Importa ya al mundo lo que él piensa, si es que alguna vez lo hizo?
El mundo se ha hecho preguntas similares sobre otro importante filósofo alemán, Martin Heidegger, a la luz de su perniciosos vínculos con el nazismo. En mi opinión, ahora debemos hacernos preguntas similares sobre el violento sionismo de Habermas y las importantes consecuencias para lo que podamos pensar de todo su proyecto filosófico.
Si Habermas no tiene ni un ápice de espacio en su imaginación moral para personas como los palestinos, ¿hay alguna razón para considerar que todo su proyecto filosófico esté relacionado de algún modo con el resto de la humanidad –más allá de su inmediato público tribal europeo–?
En una carta abierta a Habermas, el distinguido sociólogo iraní Asef Bayat sostenía que “contradice sus propias ideas” cuando se trata de la situación en Gaza. Con el debido respeto, siento discrepar. Creo que el desprecio de Habermas por las vidas palestinas es totalmente coherente con su sionismo. Coincide plenamente con la visión del mundo según la cual los no europeos no son del todo humanos o son “animales humanos”, como ha declarado abiertamente el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant.
Este desprecio absoluto por los palestinos está profundamente arraigado en el imaginario filosófico alemán y europeo. La opinión general es que, debido a la culpa por el Holocausto, los alemanes han desarrollado un sólido compromiso con Israel.
Sin embargo, para el resto del mundo, como demuestra ahora el magnífico documento que Sudáfrica ha presentado ante el Tribunal Internacional de Justicia, existe una perfecta coherencia entre lo que Alemania hizo durante su época nazi y lo que está haciendo ahora durante su época sionista.
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