Se han explicado muy bien en este medio –El boletín del director, artículo de Elisa Beni, entre otros destacados– las aberraciones jurídicas de la retahíla de autos del susodicho magistrado. ¡Esas acusaciones de terrorismo! Atentos a las guasas de una de las derivadas de ese todo es terrorismo, que pasaría por que cualquier magistrado considere terrorismo, con el agravante consiguiente de las penas, una concentración de trabajadores, una manifestación de protesta estudiantil de cualquier tipo con su habitual enfrentamiento con la policía. ¿También Ferraz? Claro que aquellos actos del Tsunami Democràtic fueron protagonizados por verdaderos terroristas, gritan –y escriben, no se olviden– los mendrugos que todos conocemos. Pone los pelos de punta imaginar a dónde serían capaces de llegar con tales armas legales esos magistrados con el alma hecha de la misma madera de la que latía en los pechos franquistas de los jueces del Tribunal de Orden Público (...)