Gerardo Tecé 14/02/2024
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Alberto Núñez Feijóo realizó una intervención abierta a medios en su viaje a Barbate. / Partido Popular (Youtube)
Marlaska no debería dimitir ni tampoco ser cesado por lo sucedido en Barbate. Más que nada porque Marlaska jamás debería haber llegado como ministro del Interior a la pasada semana. Hace tiempo que debimos haber perdido de vista a un ministro de gobierno socialista, que podría serlo de uno fascista, que calificó como ejemplar la actuación de la policía española frente a la valla de Melilla en la que perdieron la vida 23 personas a las que Marlaska, de propina, llamó violentas con sus cuerpos aún calientes. Fue justo antes de empezar a mentir negando que aquello sucediese en suelo español, como quedó demostrado. Hace mucho que debería haberse ido el ministro de las devoluciones ilegales en frontera, incluidos menores, el que ha permitido que la ultraderecha campe a sus anchas dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, el que no mueve un dedo cuando un antidisturbios golpea la cara de un pensionista que se manifiesta sin justificación alguna.
Es curiosa esta derecha que sólo pide dimisiones cuando el muerto es uniformado. Y ni siquiera lo hace siempre. Cuando se estrelló aquella tartana con alas llamada Yakovlev en la que murieron, por la patria y por las subcontratas, 62 militares españoles, el entonces ministro del PP no consideró que la falta de medios fuese un asunto como para que ningún cargo público, en concreto él mismo, tuviera que irse a casa. En la política española el cinismo tiene medios suficientes para arrollar a la decencia embistiendo contra ella a todo gas y con total impunidad. No se entiende de otra manera que el mismo PP que recortó el número de efectivos de la Guardia Civil denuncie que hoy, con una plantilla mayor, haya pocos. De Feijóo, el amigo del alma del narcotraficante gallego con el que compartía vacaciones en yate, mejor no decir nada tras verlo dirigirse a Barbate para dar su apoyo en la lucha contra el narcotráfico.
Decía Juan Franco, alcalde de la Línea de la Concepción al que el PP debería escuchar con atención, aunque sea por su apellido, que igual hay que pensar en legalizar el hachís para evitar que el tráfico ilegal desde Marruecos siga siendo el negocio que es en las costas de Cádiz. Explicaba que se estima que son más de 10.000 los detenidos en la zona en los últimos años relacionados con el narco, y que más detenciones no habían supuesto, en ningún caso, menor actividad delictiva. Como diría la derecha hablando de los pozos ilegales que roban agua y destruyen Doñana, no podemos negar que el narcotráfico en las costas de Cádiz sea una forma de ganarse la vida para muchas familias. Saben bien en el PP, lo sabe Marlaska y lo sabe el consumidor de drogas al que van dirigidos los fardos que entran en lancha, que no hay buques armados que puedan detener un negocio rentable. Es el mercado, amigo. Saben que el negocio es tan brutal que hay para todos, incluidos miembros de la Guardia Civil. Hace unos meses era desmantelada la unidad especial antidroga de la zona tras las sospechas de que el jefe del operativo cooperaba con los principales clanes del narco. Y si no entra por Cádiz entrará por Granada de la mano del coronel de la Guardia Civil que permitió que pasasen sin problema a la Península más de 4.000 kilos de hachís. Pedir la dimisión de un ministro que hace tiempo debería haber sido cesado no arreglará este problema, como bien saben en el PP del Feijóo amigo del narco, en el propio narco y en la Guardia Civil. Pero la lancha cínica seguirá surcando la política española sin preguntarse si industrializar y darles trabajos dignos a los habitantes de una zona abandonada a su suerte sería una mejor solución para este problema. Eso, por supuesto, sería demagogia. Y aquí estamos para cosas serias.
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