sábado, 19 de septiembre de 2020

¿Tienen las víctimas del GAL derecho a saber la verdad?

lavozdelarepublica.es   ·    Catalina de Erauso     22 de junio de 2020



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Para quienes no lo recuerden, GAL significa “Grupos Antiterroristas de Liberación” y fueron una organización terrorista que actuó en España y mayormente en Francia de 1983 a 1987. Cometieron 25 asesinatos en Francia y el resto en España. La última víctima fue Juan Carlos García Goena. No era un terrorismo ciego. Mataba a vascos tal y como afirmaba recientemente el catedrático Xavier Crettier. Muchas de las víctimas no tenían vínculo alguno con ETA. Desde hace décadas sonaba Felipe González como la X de los GAL. El convicto Amedo lo ha señalado en sede judicial en numerosas ocasiones y lo ha afirmado públicamente. Llama la atención que ningún juez lo llamara a testificar en calidad de testigo o imputado. Y lo más sorprendente es que Felipe González jamás se querellase contra Amedo o contra los medios que insinuaban su participación activa en la gestación, creación y financiación de una banda terrorista. Y el silencio de muchos periodistas nos hace temer lo peor. Pregunté en tuiter a Maruja Torres qué opinaba al respecto y no hubo contestación. Como ella, muchos y muchas periodistas.

A la luz de documentos desclasificados hace algunos años de la CIA que hábilmente ha colocado el “diario” La Razón que dirige Paco Marhuenda en el escenario intoxicativo y desinformativo de España, por llamarlo de alguna manera, hago las siguientes reflexiones. Mi capacidad de razonar de forma lógica está todavía mermada porque esta noche he tenido una pesadilla.

Dos sombras discuten sobre los pasos a dar para organizar y ejecutar un atentado que conlleve un asesinato. Lo primero que hay que hacer para asesinar a alguien es señalarlo. Es elegir el target o el objetivo. Para elegirlo, las dos sombras estipulan ciertos criterios que han de cumplir las futuras víctimas. Una vez hecho esto, hay que pedir que alguien investigue qué personas o grupos de personas cumplen esos requisitos. Después de señalar los targets potenciales, la persona que dirige la banda decide a quién o quiénes ejecutar. Para ello contacta con personas de su confianza a las que les delega la tarea de ejecutarlos. Esas personas empiezan a pensar qué mercenarios podrían llevar a cabo esa tarea. Se ponen en contacto con ellos y les ofrecen la faena y les marcan el precio. Les proveen de informaciones y de armas y marcan la fecha de la ejecución. El capo de la banda informa a un superior con antelación del nombre del target y la fecha de ejecución, supongamos que sea alguien con el virus de la corona en su abolengo. Cuando se ejecuta al target, el mercenario avisa al que le dio el encargo. Este avisa a quién tomó la decisión de ejecutarlo.  Después recibe el pago. Así me imagino yo que podría organizarse un atentado y me aterra la idea que pueda haber personas que paguen con fondos públicos a mercenarios que aprietan el gatillo tres veces. Me imagino las celebraciones de los dos cabecillas de la banda al saber que ha sido ejecutada la víctima, tal vez cerca de Mingorrubio. Sabemos que Morcillo cobró 3 millones de pesetas para asesinar a Santiago Brouard en su consulta pediátrica de Bilbao. Lo contó él mismo antes de morir y pidió perdón a la familia.

Al despertar de la pesadilla he consultado en el Código Penal para ver cómo define el libro de la llave maestra los conceptos de organización criminal y delito de terrorismo (...)
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