Lo más parecido, de hecho, es el fascismo español, el nacional catolicismo.
Moussa Bourekba, investigador experto en procesos de radicalización, extremismo violento en Europa y en el Norte de África, así como en Islam en los países occidentales, analiza en esta entrevista la relación simbiótica entre la extrema derecha y el yihadismo.
Hace apenas cuatro meses, antes de que la pandemia y sus
consecuencias lo ocupasen y englobasen todo, ya vivíamos uno de los
momentos históricos más convulsos y violentos: decenas de países
aplacaban sin contemplaciones revueltas de su ciudadanía descontenta,
los efectos de la crisis climática se hacían acuciantes, el auge de la
extrema derecha se materializaba en cada vez gobiernos y parlamentos más
autoritarios y el terrorismo yihadista seguía expandiéndose.
Paradójicamente, la extrema derecha y el yihadismo se presentan y, a menudo así son descritos en los medios de comunicación, como fenómenos contrarios. Los partidos y líderes neofascistas se promocionan como antítesis y antídoto del fundamentalismo islamista, cuando son las manifestaciones más evidentes de la ola involucionista que vive el mundo. Ambas propuestas comparten lecturas reaccionarias de las religiones en las que se sustentan, se alimentan del descontento popular, de la incertidumbre dominante en nuestro tiempo, de la precariedad, de una melancolía por un supuesto pasado heroico al que habría que volver… Y, sobre todo, son dos fenómenos que se retroalimentan: cuanto más crece uno, más lo hace el otro, aumentando la polarización de nuestras sociedades.
Sobre esta íntima relación entre la extrema derecha y el yihadismo conversamos con Moussa Bourekba, investigador francés del think tank
CIDOB (Centro de Asuntos Internacionales de Barcelona) y profesor
asociado de la Universidad Ramon Llull, de la misma ciudad. Experto en
los procesos de radicalización, en el extremismo violento en Europa y en
el Norte de África, así como en Islam en los países occidentales, es
una de las voces más autorizadas para desentrañar este interesado
binomio.
¿Por qué la opinión pública generalista sigue percibiendo la extrema derecha y el yihadismo como fenómenos contrarios cuando son fenómenos simbióticos que responden a la misma lógica involucionista?
Porque la lectura que se hace es como si de una guerra se tratase. La extrema derecha violenta sostiene, según una lectura huntingtoniana del mundo [la que dio lugar a la teoría del Choque de Civilizaciones], que Occidente está en guerra contra el Islam. Los yihadistas responden que, efectivamente, Occidente ha declarado la guerra a esta religión y que toca defenderse. Y ambos coinciden en presentar ambos bloques como homogéneos.
En 2015 tienen lugar los atentados de Charlie Hebdo, el 7 de enero, y de París, el 13 de noviembre. Para entonces, la sociedad francesa ya estaba muy polarizada y una parte de la extrema derecha no violenta, que se identifica con Marine Le Pen, explicó estos atentados como la prueba definitiva de la naturaleza violenta del Islam y de su proyecto de conquista e islamización de Occidente. Por su parte, el yihadismo defiende la idea de que Occidente declaró la guerra a los musulmanes a través de la injerencia en Libia, Irak, Palestina, Afganistán y, como la extrema derecha, sostiene que musulmanes y occidentales no pueden convivir (...)
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OTRA COSA: Marcos de Quinto... poder teclear con una esponja seca dentro de la cabeza, de Pelayo Martín
Paradójicamente, la extrema derecha y el yihadismo se presentan y, a menudo así son descritos en los medios de comunicación, como fenómenos contrarios. Los partidos y líderes neofascistas se promocionan como antítesis y antídoto del fundamentalismo islamista, cuando son las manifestaciones más evidentes de la ola involucionista que vive el mundo. Ambas propuestas comparten lecturas reaccionarias de las religiones en las que se sustentan, se alimentan del descontento popular, de la incertidumbre dominante en nuestro tiempo, de la precariedad, de una melancolía por un supuesto pasado heroico al que habría que volver… Y, sobre todo, son dos fenómenos que se retroalimentan: cuanto más crece uno, más lo hace el otro, aumentando la polarización de nuestras sociedades.
¿Por qué la opinión pública generalista sigue percibiendo la extrema derecha y el yihadismo como fenómenos contrarios cuando son fenómenos simbióticos que responden a la misma lógica involucionista?
Porque la lectura que se hace es como si de una guerra se tratase. La extrema derecha violenta sostiene, según una lectura huntingtoniana del mundo [la que dio lugar a la teoría del Choque de Civilizaciones], que Occidente está en guerra contra el Islam. Los yihadistas responden que, efectivamente, Occidente ha declarado la guerra a esta religión y que toca defenderse. Y ambos coinciden en presentar ambos bloques como homogéneos.
En 2015 tienen lugar los atentados de Charlie Hebdo, el 7 de enero, y de París, el 13 de noviembre. Para entonces, la sociedad francesa ya estaba muy polarizada y una parte de la extrema derecha no violenta, que se identifica con Marine Le Pen, explicó estos atentados como la prueba definitiva de la naturaleza violenta del Islam y de su proyecto de conquista e islamización de Occidente. Por su parte, el yihadismo defiende la idea de que Occidente declaró la guerra a los musulmanes a través de la injerencia en Libia, Irak, Palestina, Afganistán y, como la extrema derecha, sostiene que musulmanes y occidentales no pueden convivir (...)
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OTRA COSA: Marcos de Quinto... poder teclear con una esponja seca dentro de la cabeza, de Pelayo Martín
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