Ignacio Escolar · eldiario.es Mónica Zas Marcos 29 de julio de 2020
Muy grave esto que nos cuentan los rastreadores:
Estas últimas semanas se ha trasladado el foco a la limitada capacidad de vigilancia epidemiológica de las comunidades autónomas.
También a los insuficientes rastreadores contratados para hacer frente
al ascenso de rebrotes –que no una segunda ola, según el ministro
Salvador Illa y diferentes expertos– y a la lenta coordinación entre las regiones
para supervisar el desplazamiento de los contagiados en verano, que
corren el riesgo de llevarse el virus a cuestas y a espaldas de la
comunidad receptora. No obstante, hay otro asunto que preocupa de forma
generalizada a los equipos de rastreo y que puede echar por tierra el
trabajo de semanas: la insumisión hacia el aislamiento domiciliario que
solicitan a los casos positivos en COVID-19 y a sus contactos estrechos.
Fernando Simón alertó a este respecto el pasado lunes en su
rueda de prensa: "No es lo mismo quien justifique el incumplimiento de
la cuarentena por motivos laborales, por ejemplo, que quienes no lo
hacen porque directamente no quieren", dijo el director del Centro de
Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES). Según el
protocolo elaborado por el Ministerio de Sanidad, la mera sospecha de
contagio es suficiente para poner en marcha el rastreo y, desde mediados
de junio, también para hacer una PCR a los contactos identificados.
Estos contactos deberán cumplir una cuarentena aunque no sepan
aún los resultados de sus pruebas. Es decir, no pueden salir del
domicilio durante al menos diez días para evitar que expandan el virus,
ya que muchos de los infectados son asintomáticos o pasan la enfermedad
de una forma leve. Pero, ¿qué ocurre cuando no acatan las
recomendaciones sanitarias? Algunos rastreadores, si bien de forma
aislada, se han encontrado con este problema desde que comenzaron su
labor en marzo, pero es algo que ha empeorado en las últimas semanas con
las vacaciones de por medio, la incorporación a ciertos puestos de
trabajo y la bajada de la media de edad de los contagiados y de sus
círculos cercanos (...)
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