El
guardia civil Velázquez encerró a Ricarda, la torturo, y acompañado por
un guardia apodado el Negro Gandul, y los requetés el Cota y el Mono,
la condujeron al arroyo La Coja. A los
pocos días apareció allí su cuerpo, semienterrada y destrozada, al
parecer había sido violada y le habían mutilado los pechos bit.ly/2D7q0mh
FIRMA por los Republicanos que combatieron al franquismo en bit.ly/1TF7lTv. Reconocidos en Europa por luchar contra el nazismo, En España olvidados
documentalismomemorialistayrepublicano.wordpress.com
La relativa calma que había vivido Jauja
desde el comienzo de la guerra se rompió de forma brusca el 13 de
agosto, cuando los falangistas de Lucena tomaron el pueblo sin ninguna
resistencia. Sus moradores, agricultores sin tiempo para conspiraciones
en cuarteles y sacristías, se vieron sorprendidos por el ciclón que les
llegaba. Ningún desorden había ocurrido en Jauja, no se le había causado
daño físico a nadie durante los 26 días de dominio republicano, además
habían protegido al párroco Ildefonso Villanueva. Aunque nada había que
reprochar a estos vecinos, la ruina y el dolor cayeron sobre ellos
cuando los golpistas desencadenaron un represión muy dura.
Muchos campesinos, hombres y mujeres,
fueron detenidos. El cuartel de la Guardia Civil y la antigua Casa del
Pueblo socialista se convirtieron en cárceles y una terrible ola de fusilamientos
a manos de las “personas de orden” se llevó al menos a 21 vecinos a la
tumba en el cementerio, en Lucena y en la vecina Badolatosa. Mataron a
los funcionarios Pedro Toledano y Ángel Reyes Zaleones, al que
torturaron antes de abatirle en el cementerio.
Ricarda Ana Cobacho Cañete tenía 36 años, era una mujer culta, esbelta, agraciada, en un hogar feliz. Tenían una tienda de comestibles y en los ratos libres hacía de maestra particular en el Centro Obrero Socialista, y de escribiente para la gente que necesitaba cualquier gestión administrativa. Sus 4 hijos eran menores de edad, el mayor Juan José de 13 años. A comienzos de la República se cruzó en su vida el guardia civil del puesto de Jauja, Antonio Velázquez Mateo de 33 años, un personaje maldito que le enviaba notas amenazantes por su campana de apoyo a la solicitud del concejal socialista de Jauja, para que una partida económica del Ayuntamiento se destinara a la construcción de un grupo de escuelas en el pueblo, en vez del arreglo del cuartel de la Guardia Civil, propuesta esta última defendida por los propietarios agrícolas (...)
Ricarda Ana Cobacho Cañete tenía 36 años, era una mujer culta, esbelta, agraciada, en un hogar feliz. Tenían una tienda de comestibles y en los ratos libres hacía de maestra particular en el Centro Obrero Socialista, y de escribiente para la gente que necesitaba cualquier gestión administrativa. Sus 4 hijos eran menores de edad, el mayor Juan José de 13 años. A comienzos de la República se cruzó en su vida el guardia civil del puesto de Jauja, Antonio Velázquez Mateo de 33 años, un personaje maldito que le enviaba notas amenazantes por su campana de apoyo a la solicitud del concejal socialista de Jauja, para que una partida económica del Ayuntamiento se destinara a la construcción de un grupo de escuelas en el pueblo, en vez del arreglo del cuartel de la Guardia Civil, propuesta esta última defendida por los propietarios agrícolas (...)
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