Así es como, a fuerza de machacar cuatro ideas fuerza, los gurús del “trumpismo” ibérico están acostumbrando al personal a coletillas como “consenso progre”, “Gobierno filoetarra y socialcomunista”, “dictadura feminazi”, “terror de los menas” y “guerra cultural”. En el fondo se trata de términos inventados, ficticios, sin ninguna base real, pero que se extienden como virus peligrosos sin que nuestra frágil democracia encuentre los anticuerpos necesarios para defenderse. La jerga metalingüística de las derechas y sus correspondientes fábulas o cuentos para viejas están calando hondo en muchos españoles indignados con sus políticos, aterrorizados por la pandemia y confusos ante el futuro incierto que se avecina. Una legión de ciudadanos abandonados a su suerte y sin referentes que busca soluciones a la desesperada en los charlatanes del populismo, terraplanistas de la política y negacionistas de todo pelaje y condición.
Sin embargo, a veces, solo a veces, la actualidad nos deja titulares deliciosos que desmontan las filfas y trolas de los farsantes y nos ponen ante la auténtica personalidad que se esconde detrás de los embaucadores y retóricos del lenguaje. Ayer mismo, sin ir más lejos, el diario digital Infolibre sorprendía con el carrito del helado a Santiago Abascal, líder de la flamante nueva extrema derecha española. “Tres meses después de haber adquirido un chalé de 185 metros cuadrados con garaje y jardín de 100 metros localizado en una zona de alto nivel al norte de Madrid, y de precio desconocido pero sujeto a una hipoteca de nada menos que 736.000 euros, Abascal sigue sin actualizar su declaración de bienes”, aseguraba el citado medio. O sea que el noble y gran patriota, el españolazo de pedigrí, el Caudillo de Bilbao que iba a dar hasta la última gota de su sangre por España y que se había propuesto terminar con los “chiringuitos y mamandurrias” y con el “Gobierno corrupto filocomunista” y con la “derechita cobarde” es en realidad uno más, otro emprendedor que hace carrera, un muchacho que va para arriba y que prospera con el lucrativo negocio de la política. Un caso de manual de impostura política. Qué decepción para los suyos. La exclusiva de Infolibre habla de una “despampanante vivienda” de un millón de euros, de una vida de lujos que la inmensa mayoría de los españolitos jamás podrán catar, de una posición acomodada de alguien que no hace tanto criticaba a Pablo Iglesias por haberse comprado otro chaletazo como el suyo en Galapagar (últimamente entre los políticos se impone la moda de ver quién la tiene más grande, la casa).
+ ESTUPENDA CRÓNICA Ignacio Escolar 22 octubre 2020 ELDIARIO.ES
Las ácidas crónicas de Iñigo Sáenz de Ugarte son siempre geniales, pero esta sobre la pelea entre Casado y Abascal es especialmente recomendable. No os la perdáis.
Pablo Casado tardó mucho tiempo en entrar en el hemiciclo. Ocupó su escaño no mucho antes de que le tocara intervenir en la segunda jornada de la moción de censura. ¿Estaba preocupado dando vueltas a su discurso? No, estaba sacudiendo con ganas al punching ball y rompiendo a sudar. Cuando subió a la tribuna, ya llevaba los guantes puestos. Santiago Abascal no lo vio venir y cuando se quiso dar cuenta ya estaba en el suelo con la ceja partida. El líder del PP comenzó con cuestiones de oportunidad política –"nos hace perder el tiempo" en mitad de una pandemia–, pero pronto pasó al plano personal. "Su única aportación es Vistalegre [el mitin de Vox donde Ortega Smith abrazó a todos con el virus que se había traído de Milán] y un autobús descapotable", desde el que Abascal saludó a sus seguidores en la manifestación motorizada por las calles de Madrid (...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario