Laila Yousef Sandoval 1/08/2023
El antiguo relator especial de la ONU Michael Lynk llama a oponerse a la normalización del ‘apartheid’ que practica el Estado de Israel contra la población palestina
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“La tierra se estrecha para nosotros”, declamó el poeta nacional palestino Mahmud Darwish en uno de sus escritos. Han pasado 15 años de su muerte y su proclama cobra cada vez más realidad: 75 años después de la Nakba, 56 años después del inicio de la ocupación israelí de los territorios palestinos, esta no sólo no ha retrocedido, sino que se ha intensificado y, lo que es más grave, ha quedado normalizada ante la opinión pública. De ello dan fe las manifestaciones de la sociedad israelí en nombre de la democracia y en contra de la reforma judicial impulsada por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que hacen peligrar la separación de poderes. Estas protestas, en las que no se alude a la ocupación, han puesto de relevancia la invisibilidad, a ojos de la sensibilidad israelí, que sufre el pueblo palestino de los territorios ocupados en 1967: Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, además de los Altos del Golán sirios.
El antiguo Relator Especial para la Situación de los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados desde 1967, Michael Lynk, recuerda a CTXT que al principio de las marchas en enero sí aparecieron banderas palestinas, pero Netanyahu las utilizó para deslegitimar las protestas. Así, para evitar la falta de cohesión de las mismas, desaparecieron.
Lynk, quien ejerció el cargo del año 2016 al 2022 y es actualmente profesor emérito de Derecho de la Universidad Western Ontario en Canadá, denuncia que en la ocupación israelí de los territorios palestinos se da un régimen de apartheid. El uso que tanto él como las organizaciones humanitarias hacen de este término para definir las acciones de Israel se basa en un pormenorizado estudio de dos textos legales fundamentales: la Convención Internacional de la ONU de 1963 sobre la eliminación del apartheid y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional de 1998. Lynk menciona que estos documentos, además de establecer la ilegalidad del apartheid, lo definen como “una situación en la que hay una asignación desigual de derechos entre dos pueblos basada en la etnicidad o la nacionalidad, en la que hay una intención de imponer ese sistema y que deriva en actos inhumanos”.
Para el profesor Lynk las prácticas ocupantes del Estado de Israel sobre Palestina reúnen estos tres criterios legales. Primero, “existe un régimen sistemático que separa los derechos políticos y legales en base a la distinción de dos grupos”. Segundo, hay una intención clara de seguir implantando estos planes por parte de los líderes políticos israelíes: “su intención es ocupar toda Cisjordania, además de Jerusalén Este e imponer allí su soberanía y mantener para siempre este sistema, no hay intención de cesar en la ocupación o de darles a esos ciudadanos palestinos los mismos derechos que disfrutan los israelíes”.
Y tercero, la ocupación israelí va acompañada de actos inhumanos contra la población palestina, pues tal y como explica Lynk, “no se cumple el derecho de libertad de movimiento, ni de libertad de reunión, existen ejecuciones extrajudiciales, confiscaciones de tierras, violaciones de derechos humanos y tortura”, todo ello, considera “forma parte del ADN de la ocupación”.
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