sábado, 19 de agosto de 2023

El Salto. Vergüenza nos daría… Razón policial y daño social, de Pablo Lópiz Cantó, Daniel Jiménez Franco

 Pablo Lópiz CantóDaniel Jiménez Franco  1 JUL 2023


El debate sobre la cuestión policial sigue ahí, esperando a ser participado con verdadera voluntad de transformación. El Salto publica en exclusiva el prólogo del nuevo libro de Paul Rocher 'Qué hace la policía. Y cómo vivir sin ella' (Katakrak, 2023). 

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Carga en las manifestaciones de Justicia para Samuel tras un crimen homófobo en 2021. EDU LEÓN

Vergüenza nos daría… Razón policial y daño social - El Salto  

(...) La policía existe y opera en el puro centro de esa gestión, como si actuara al servicio de quienes son gobernados y como si su objetivo fuese la seguridad de la población. En Francia, en el reino de España, en el Reino Unido y allá donde miremos, la policía hace política todos los días, en las palestras públicas y a pie de calle, a la vuelta de cada esquina. La policía, con su mitología fundadora, es un agente político central del capitalismo desde su nacimiento, con el estado moderno, al servicio de “la protección de las propiedades de los esclavistas” (Moore 2021).                                                                              Dos años después de Gasear, mutilar, someter, Paul Rocher nos sirve en Qué hace la policía otra herramienta para profundizar en la crítica a la pacificación policial del orden, al clasismo belicista, al racismo de estado, a la violencia patriarcal o a la producción masiva de daño social que instituciones como la policía se encargan de sostener, reproducir y perpetuar. Una crítica que, por definición, incluye una perspectiva genealógica –especialmente útil a ese respecto resulta el capítulo 3, cuya lectura en castellano nos permite repasar las notables diferencias entre el caso francés y la construcción del Estado español.                                                                                                               A lo largo del libro, recopilando buena parte de los argumentos del movimiento abolicionista y los estudios críticos sobre policía, Rocher destripa la razón policial pieza por pieza, dato a dato, mito a mito, para demostrar que la función de la policía no es hacer cumplir la ley (tampoco cumplirla) ni trabajar a la orden del poder ejecutivo, sino que la policía es un poder ejecutivo hiperactivo que invoca (o transgrede) la ley como mero instrumento a su disposición. Lógicamente, la policía no interviene en respuesta a la comisión de un delito cada vez que un acto transgrede una norma en su jurisdicción. De hecho, la mayoría absoluta de sus intervenciones no tienen que ver con el sistema penal en que se inserta formalmente, por mucho que la industria del cine o los realities televisivos pretendan mostrar lo contrario. Aunque evitar la comisión de delitos queda muy al final de su lista de tareas realizadas, “lo fundamental en el efecto placebo de la policía es la inmediata sensación reconfortante que produce, aunque no nos proteja en absoluto ante el futuro. La policía reconforta sin confortar” (Rocher 2023) –a ciertas personas y grupos sociales más que a otros, claro está. Tampoco es una institución neutral compuesta por servidores públicos sin ideología que se limitan a ceñirse al orden constitucional.                                                                          (...) Se trataría de encontrar las vías que, reduciendo los costes (económicos y sobre todo políticos) del ejercicio de poder, aumenten exponencialmente la efectividad del dispositivo. De ahí la insistencia de los propios cuerpos policiales en exigir “profesionalidad”, como necesitando trazar una clara línea entre la policía y una banda de mamporreros a sueldo del capital.                     El problema es que esa línea siempre se antoja demasiado delgada. El sueño de una policía que actúa con proporcionalidad y limpieza se presenta como utopía, como uno de esos horizontes que, según se dice que dice Galeano, “sirven para caminar” y que, por ello mismo, exigen, como el republicanismo de Sade, siempre “un esfuerzo más”. El fracaso de la estrategia policial es, entonces, consustancial al proyecto de una reforma siempre necesariamente inconclusa de su racionalidad. La lógica ensayo-error pasa, necesariamente, por el error, que no es un accidente inesperado sino parte de la lógica misma de desarrollo.                                                                                               Ahora bien, como supo ver Foucault en relación con la cárcel y a la pena de privación de libertad (1998), bajo este fracaso se cocina el éxito que dota de consistencia a la propia institución policial. Ese éxito consiste precisamente en desactivar las críticas dirigidas contra ella. La crítica a la policía no hace sino empujar hacia delante el proyecto progresista, hacia ese horizonte que, de nuevo con Galeano, cada vez que damos dos pasos hacia él, “se corre diez pasos más allá” .(...)

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