Esther Ballesteros / Nicolás Ribas Mallorca / Eivissa — 9 de diciembre de 2022
En la España del siglo XX (con la excepción del periodo que empieza con la transición española y épocas más luminosas como la II República) las mujeres fueron sujetos sin derechos políticos. Su papel en lo social estuvo relegado al ámbito familiar: ser buenas hijas primero y buenas madres y esposas después, de acuerdo con los cánones morales del catolicismo sostenidos por la institución que más peso tenía en la vida social: la Iglesia Católica.
“La situación política que se generó en la posguerra (...) se puede considerar el colofón trágico y, a la vez, la prueba irrefutable de la aceleración del tiempo histórico que había causado la propia contienda respecto de las relaciones de género”, describe el doctor en Historia David Ginard en Dona, Guerra Civil i franquisme, un libro en el que, junto a cinco autoras –Anna Aguado, Ángela Cenarro, Carme Molinero, Mary Nash i Susanna Tavera–, analiza el papel de las mujeres durante el periodo republicano desde una perspectiva de género, así como los roles que ejercieron las mujeres antifascistas en la España en guerra y los modelos socioculturales que impuso la Iglesia Católica y la Sección femenina de la Falange con el triunfo de los sublevados y el inicio del régimen franquista.
En el caso específico de Illes Balears, destacaron figuras como Aurora Picornell –conocida como la “Pasionaria de Mallorca”, asesinada por los falangistas por comunista, feminista y republicana y cuyos restos han sido recientemente identificados–, Matilde Landa –extremeña que tuvo un papel fundamental en la resistencia antifascista durante su ingreso en la prisión de Can Salas, prisión central de mujeres de Mallorca, donde se terminó suicidando debido a la presión religiosa– o la feminista y espiritista Maria Vaquer, militante socialista que había sido presidenta de la Agrupación Socialista femenina de Capdepera durante la II República y que se exilió en Argelia en el año 1948, en plena posguerra después de la implantación de la dictadura franquista.
Respecto a las actividades relacionadas con la resistencia antifranquista de posguerra, Ginard alude al caso de Maria Pellico Remis, administrativa madrileña que fue encarcelada en Can Salas entre 1940 y 1943 y quien al salir en libertad se incorporó a la organización clandestina del PCE en Mallorca, donde intentó estructurar una sección de mujeres. Junto a Gabriela Deyà Gelabert, Margalida Andreu Marimon y Francesca Tous Ramis fue iniciadora de un proceso de incorporación de las mujeres en la lucha contra la dictadura, que ya en las postrimerías del régimen logró un alcance considerable, incluyendo figuras tan relevantes como la de Francesca Bosch y Bauzá, máxima responsable del Partido Comunista en la clandestinidad desde 1972.
El chantaje de las instituciones religiosas (...)
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