Esther Peñas 29/06/2023
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El verdadero rostro del neoliberalismo es el del Estado ...
El 18 de octubre de 2019, una protesta popular sin precedentes hace estallar las costuras de un país. Chile. El descontento generalizado enmienda la plana al propio sistema neoliberal, no es una censura a tal o cual ley. El 4 de septiembre de 2022 la propuesta constitucional refrendada por la Asamblea Constituyente, surgida de la revuelta, es rechazada en referéndum. Durante esos tres años, Chile insufló esperanza al mundo. El filósofo Pierre Dardot (París, 1952) los vivió muy de cerca. Ahora reflexiona en su libro La memoria del futuro (Gedisa) sobre lo que ocurrió, por qué el entusiasmo derivó en fracaso. ¿Se puede hablar, en puridad, de fracaso? Él mismo lo relata.
El título de su ensayo recuerda al de una escritora mexicana, Elena Garro, casada con Octavio Paz. Con ese texto, ella inicia una revolución estilística y narrativa que se conoció como realismo mágico. Usted propone una revolución contra el neoliberalismo. Garro tenía por arma el lenguaje. ¿Qué armas se requieren para ser un revolucionario anti-neoliberalista?
No hay referencia al realismo mágico en esta revolución, hay una referencia muy precisa, “la memoria del futuro”, un emblema de las feministas chilenas, una expresión de la que era la portavoz de la Comisión feminista 8 de Marzo, una expresión que es una toma de posición y de actitud política que consiste en no dejarse entrampar en la dualidad izquierda-derecha, esa falsa dicotomía entre la izquierda progresista y la derecha conservadora. Es un enunciado que contiene la voluntad de tomar distancia de una cierta tradición política que te encierra en ser progresista acrítico, porque si criticas algo, por defecto, defiendes a la derecha. Este fenómeno no es solo latinoamericano sino que lo vemos en muchos países, incluido España. ¿Si un gobierno progresista no apoya el feminismo no se le puede criticar? Tomo como ejemplo Perú, país donde desde hace tiempo pasan cosas importantes, como la Asamblea Constituyente. Pedro Castillo era progresista, pero también defendía ideas reaccionarias, como las relativas a la homosexualidad, convergiendo con la derecha. La idea de “memoria del futuro” es interesante por no casarse en bloque con la política de un gobierno, sea del signo que sea. Me interesa este giro de rechazar el culto al progreso por el progreso, que tanto gusta a los gobiernos progresistas. Hay que seguir una lógica contracorriente, analizar las cosas una por una y también en su conjunto.
Podríamos decir entonces que las armas para luchar contra el neoliberalismo serían cierta actitud de sospecha y rechazo al progreso…
Sí. No sospecha hacia al progreso, sino sospecha hacia el culto al progreso. Lo importante es definirnos hoy tomando como referencias las tareas que han de acometerse en un futuro cercano. Esas tareas que nos proponemos tenemos que discutirlas y pelearlas, no son algo que remita al sentido de la historia.
Chile fue la cuna del neoliberalismo, de la mano de Friedman, y campo de pruebas de lo que Naomi Klein denominaría posteriormente la doctrina del shock. Tras las revueltas de 2019, salió de las urnas como presidente de izquierda Gabriel Boric, que impulsó el trabajo de la Convención Constituyente. Su constitución resultó una de las más avanzadas y democráticas hasta la fecha. Su fracaso, ¿se debe a la capacidad de presión de la derecha o a la falta de articulación de la izquierda?
Se debe a ambas cosas, con acento en la desarticulación de la izquierda; es cierto que la presión mediática fue muy fuerte y violenta desde el comienzo, desde el 4 de julio de 2021, justo después del comienzo de la Comisión de expertos para redactar la nueva Constitución. Eso es indiscutible. Son los mismos métodos que utilizaron Bolsonaro o Trump. Pero no se puede explicar todo a partir de los defectos de comunicación de la izquierda o del hostigamiento de los medios. La derecha manejó un discurso hábil, minucioso, detallado, pero no es razón para no asumir las propias responsabilidades, que son diversas. Hay una del gobierno, que en el fondo se comprometió muy débilmente con la Constitución. A partir del 15 de julio tomó un viraje distinto, fue cediendo para tratar de contentar a distintos sectores, y dio un paso atrás para no involucrarse demasiado en la campaña. Los movimientos sociales tampoco están exentos de responsabilidad; una cosa es la politización de los movimientos sociales y otra la politización de la sociedad. Frecuentemente, los movimientos sociales muy comprometidos tienden a olvidarse de las clases populares. Y los primeros asumieron una derrota electoral pero no política, como si hubiera sido todo un problema de comunicación, pero hay que reconocer que no fue así. Hay que tener en cuenta que la dictadura de Pinochet dejó un poso muy profundo en las instituciones, en la gente. Y que manejó muy bien la propaganda. Por ejemplo, la Ley de las pensiones, de 1980, promulgada por José Piñera, antepasado de Sebastián Piñera, se hizo coincidir con el 1 de Mayo, como si hubiera sido un triunfo para los obreros. ¡Una ley de pensiones privadas! Pero, en efecto, muchos creyeron que fue una victoria de los trabajadores. Podría compartirte muchos simbolismos de este estilo. Como la Ley de Crédito, por la que el Estado avala a los estudiantes, adoptada en 2005 por Lagos. Ese es el verdadero rostro del neoliberalismo, en el que el Estado se convierte en garante frente a los bancos.
El Gobierno de España anunció en mayo que avalará a los jóvenes hasta un 20 por ciento de su hipoteca, es algo parecido… (...)
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